Durante el curso de inglés no gran cosa que destacar. Muy a
gusto con el profesor Malcom, el compi de trabajo de Vane. No era mucho más
mayor que nosotros y nos reíamos bastante además. Con frases o palabras que él
decía en español como cucaracha o cuchillo. El lunes no comí, porque no me dio
tiempo. Llegué del trabajo a las 3 y cuarto y habíamos quedado con Vane a las
3:30 en una iglesia. Le dije a Angela que si me podía acercar, y me acercó pero
no hasta el mismo sitio, me dejó un pokillo lejos, así que como llegaba tarde…
tuve que correr. Con esas no comí.
Durante el curso, muy muy bien. Se me pasaban las horas
volando además, metió caña desde el primer día. En un día dimos todos los
tiempos verbales y algunos que yo no conocía. Eso sí, acabé muy cansado. Al
segundo día… lo que hay que resaltar es… la siguiente historia.
Al día siguiente, salí de trabajar a las 3:30. Me llevó
hasta la misma escuela un invitado del programa que tenía unas ideas un tanto
peculiares. No le gustaban ni los chinos, ni los árabes ni los ingleses. El
tema de la colonización, de las letras que no son las habituales, usea los
caracteres chinos y árabes. Estuvimos hablando un rato y debatiendo lo que dio
tiempo en los 15 minutos de coche. Cuando me senté allí a esperar a que
empezaran las clases eran las 3:30, tenía media hora para comer.
Vi a una chica salir de su casa, y le pregunté dónde podía
comer, y me mandó a la Valleta, pero claro, yo no podía. Le dije que no podía
ir hasta la Valleta, que tenía que entrar al curso a las 4. La historia fue que
no se quedó ahí, me preguntó que cómo me llamaba y justo después me abrió las
puertas de su casa. Yo le dije que no, que no se preocupara, que podía estar
sin comer. Pero insistió. La chica era negra, dato importante y contrastado con
la conversación que había tenido con el tío del coche. Finalmente entré en su
casa, y fui todo lo educado que pude, diciendo que tenía un piso muy chulo y
demás formalidades. La chica ya estaba preparándome un Sándwich mientras yo
seguía diciéndole que no hacía falta, que muchas gracias. Empezó a sacar embutido
y me dijo que cogiera lo que quisiera, que había fruta y demás. Así que, viendo
que no dejaba de insistir y ya que estaba sentado en la mesa de su cocina le
dije que un par de plátanos. Mientras tanto nos fuimos conociendo. Me dijo que
vivía en Ruanda, o Luanda, no recuerdo muy bien, pero el caso es que estaba en
Malta como nosotros de prácticas. Tenía cara de asustada incluso cuando se
reía. Me dijo también que tenía el ordenador estropeado y que iba a llevarlo a
ver si podía conectarse a internet. También que vivía con otras tres chicas de
países nórdicos, y me sorprendió cuando me dijo que tenía 33 años. Parecía de
mi edad o incluso más pequeña. Cuando nos despedimos, le di las gracias y le
dije que era muy amable y que eso en España no pasaba, ni en España ni en
ningún sitio. Ella me dijo que en su país era lo normal. :) me sentí genial
aunque con ganas de devolverle el favor algún día.
Yo no hago nada extraordinario, pero creo que las cosas que
me pasan sí lo son.
Estos se sorprendieron al verme salir con ella de su casa.
Obviamente. Les conté y empezamos las
clases con Malcom.
El viernes por la mañana acabamos el curso y por la tarde
fuimos a ver la semana Santa de Quormi. En el autobús nos encontramos con un
chico muy amable que nos llevó hasta el mismo centro de la procesión. No había
empezado todavía así que Javi y yo fuimos a inspeccionar un poco la zona. Dimos
una vuelta a la manzana siguiendo el camino de la procesión y nos sorprendió la
cantidad de gente extraña que vimos. Seguimos los pasos de un hombrito con una
barba filosófica que daban ganas de acariciar. Cuando sea viejete tendré una
así.
Ya de vuelta donde estaban estas, empezó la procesión. No he
estado en muchas procesiones en mi vida, pero en las que he estado en España,
me pusieron los pelos de punta. La que vimos aquí, te contaba la historia desde
la última cena hasta que muere Jesús. La gente disfrazada tanto de romanos como
del resto de los personajes bíblicos. Las esculturas pasando y la música. Sin
duda, la música es lo que hizo que a mí me pareciera ridículo. Así como en
España se escuchan tambores y es todo como muy solemne, aquí se escuchan
trompetas y la típica banda del pueblo tocando mogollón de instrumentos que
hacían, que recordara precisamente eso. La banda de mi pueblo. Hubo más de un
momento que nos entró la risa porque parecía que iban a salir los toros. Lo que
más me llamó la atención de la procesión era la gente que no participaba en
ella. Me gustó mucho un niño que estaba pasando olímpicamente de todo. Me quedé
sin batería en la cámara y no pude hacer demasiadas fotos. Me quedé en muchas.
Así que genial. Al terminar la procesión nos fuimos para casa.
Javi y yo dijimos de prepararles la cena a estas mientras
ellas se arreglaban para salir de fiesta. Llegaron tardísimo y encima nosotros
no teníamos la cena hecha. Fue por los autobuses por lo visto. Vinieron con un
cabreo de la leche. A mí, se me quitaron las ganas de salir, porque estaba muy
a gusto en casa viendo videos y porque estaba cansado. (ese día madrugué más que
el resto de días). Estos sí salieron un rato y por lo visto se lo pasaron dpm.
Entraron en un Gentleman club. Un pichiclub vaya.
Al día siguiente, no hicimos gran cosa, comimos juntos en
casa de estas eso sí. Pero nada más. Por la noche dudamos entre ver una peli o
ir a dar un paseo y optamos por lo segundo. Fuimos andando hasta encontrarnos
con el sitio donde habíamos estado hace 2 semanas. Estuvimos un rato sentados
en una especie de anfiteatro en el agua. Son unas gradas que parecen estar
puestas para ver alguna carrera acuática o algo así. El paseo, personalmente me
sentó muy bien, y nos lo pasamos entre risas y demás.
Lo mejor de todo fue al subir ya para casa, nos encontramos
con un carrito de la compra y estuvimos haciendo el gamba. Subiéndonos a él y
tirándonos por la cuesta. Los tres a la vez. Jessi grababa con el móvil. En una
de las veces Vane se pegó un talegazo con las consiguientes risas y canchondeo,
ya que pasamos de ella, dejándola en el suelo y apartando el carro. A la media
hora javi y yo, (ya a salvo en la acera), le preguntamos que si estaba bien.
Jajaja.
Cuando llegamos, dejamos a estas en su casa y fuimos nosotros
dos para la nuestra hablando de todo un poco.
El domingo, fuimos a ver los acantilados de Dingli. Fuimos
protito, relativamente, los buses ya se sabe. Amanecimos a las 10 de la mañana
para ir. Pero el día estaba lluvioso. Aquí no llovía, pero estas decían que en
su casa estaba cayendo una del copón. Así que fuimos aplazando el plan hasta
las 12 que decidimos ir de todas todas.
Cuando llegamos, empezamos a subir la cuesta, y vimos a lo
lejos lo que pensábamos que era un observatorio. Un edificio con una pelota por
techo. Era un sistema de seguimiento para la navegación. Empezamos a subir y
llegamos a los acantilados. Impresionantes, no puedo decir más, porque eran
eso, acantilados. Un corte muy irregular de la piedra sobre un agua muy clarito
que a su vez iba formando diferentes cuevas en las rocas. Se respiraba
tranquilidad y armonía. Era una sensación de tensión relajante por ver el
peligro que había por el viento y el precipicio tan cerca, y el relax de las
olas y el verde entrando en tus oídos y tu piel.
Caminábamos un ratillo y nos parábamos a disfrutar del
paisaje. Andamos muy poquito, pero llegamos a un sitio en el que iba a pasar el
bus. En ese rato, llegó un hombre con un águila en la mano y salí disparado con
la cámara en mano.
Al coger el bus, estaba llenísimo, y el autobusero se cabreó
porque había un hombrito detrás de mí que estaba dando sin querer al botón de
parada. Fuimos a ver unas ruinas prehistóricas que había bajo una cúpula para
su conservación. No entramos porque costaban 9€, así que nos tomamos algo allí,
y volvimos a coger el bus. Vimos las fotos que nos parecieron muy bonitas y a
correr. Cuando íbamos a montar en el bus, nos encontramos con un montón de
españoles que sí entraron, y nos dijeron que no nos habíamos perdido nada.
Íbamos a ir al blue grotto, unas cuevas en el agua donde puedes entrar pagando
un barquito guiado, lo que pasa es que ya era tarde y no está todo el día. Así
que fuimos a Marsaslokk. Un pueblo pesquero al sur de la isla, tardamos como
dos años en ir, desde donde estábamos hasta valleta y otros dos años hasta
Marsaslokk.
Cuando llegamos, recuerdo que me metí con Vane (no se por
qué) y me escupió su chicle pensando que me iba a dar asco y apartarme. En
lugar de eso, lo cogí con su sorpresa, y me lo metí en la boca, con la
consiguiente risa. Jeje
En el pueblo…vimos un montón de barquitos muy coloridos, y
la verdad que también merece la pena ir. Estuvimos ahí dando una vuelta a todo
el puerto pesquero y al volver, cuando tuvimos que coger el bus para regresar,
entraron primero mis 3 compañeros de batalla y yo el último. Tenía que comprar
el billete, y estaba hablando el tío del bus con otro que estaba fuera. Medio
hablando medio gritando. La cosa fue, que le di el dinero al autobusero, y el
que estaba fuera (un bigardo de, por lo menos 150kg de grasa) se abalanzó sobre
el autobusero, y empezó a zumbarle pero bien. Yo estaba en medio y no pude
apartarme. jeje, me quedé "encerrado" entre las octias jajaja y el
cristal del bus. Al principio tuve cuatro reacciones muy rápidas de... les
separo? me aparto? les separo? me aparto, sí me aparto. con mis
correspondientes movimientos corporales y gestuales jajaja. Incliné hacia
adelante para separar, y al medio segundo siguiente volvía a estar hacia atrás
decidido a apartarme, así como 3 veces. Entonces esperé a que se desarrollaran
como 5 segundos los acontecimientos.
La movida fue, que detrás de el hombre gordo, entraron dos mujeres (supongo que familiares) y un niño (supongo que su hijo). Claro, no haía espacio físico para estar en...2 metros cuadrados, 5 personas + una que ocupaba por 3. Mientras las señoras tiraban de él, yo estaba intentando salir del bus, porque ahora ya sí me veía absurdo ahí. Medio empujando a las señoras, me escapé como un gato por una grieta y desde fuera seguí contemplando el espectáculo: el señor gordo seguía zurrando al otro, mientras las señoras tiraban de él rompiéndole la camiseta. Además el jodido niño le empujaba como para que se metiera más dentro de la cabina del conductor. Durante mi estancia fuera, vinieron dos maltesas, y se pusieron a hablar conmigo y yo no supe decir nada ni en español, ni en inglés, ni maltés , ni en suputamadrés. Solo me salió hacerles gestos como para decirles que la atención no estaba en mí, sino dentro. Hubo un momento que pensé que el autobusero iba a irse con mis colegas y yo me iba a quedar en tierra.
Cuando el señor gordo se cansó, salió como un mastodonte del bus, momento que aproveché para entrar. Me fui para atrás con mis colegas, y observé que desde la cabina asomaba una mano temblando con mi ticket. Fui a por él, y en vez de decir Thank you, le pedí perdón. jejeje
Aquí acaba la historia, luego pensamos que el señor gordo había ido a por una escopeta o un algo dentro de su caravana, pero teníamos claro que no había dejado de zurrar al autobusero. Luego otro señor gordo le dijo algo al autobusero desde fuera, dando golpes contra el cristal, y vinieron dos policías corriendo. Esta vez sí, no como en las pelis, llegaron a tiempo.
Y luego pues... nada, estuvimos ahí un buen rato parados hasta que arrancó el bus, mientras nos reíamos de mis reacciones y de mis caretos de sorpresa, confianza, enfurecimiento, sorpresa de nuevo, de no saber que hacer, y por último de... me rindo. Creemos que lo que pasó fue, que el gordo tenía una especie de puesto con frutas, pescado y demás, y había estado pitando al autobusero para que le dejase salir, ya que este último había dejado el autobús en medio.
La movida fue, que detrás de el hombre gordo, entraron dos mujeres (supongo que familiares) y un niño (supongo que su hijo). Claro, no haía espacio físico para estar en...2 metros cuadrados, 5 personas + una que ocupaba por 3. Mientras las señoras tiraban de él, yo estaba intentando salir del bus, porque ahora ya sí me veía absurdo ahí. Medio empujando a las señoras, me escapé como un gato por una grieta y desde fuera seguí contemplando el espectáculo: el señor gordo seguía zurrando al otro, mientras las señoras tiraban de él rompiéndole la camiseta. Además el jodido niño le empujaba como para que se metiera más dentro de la cabina del conductor. Durante mi estancia fuera, vinieron dos maltesas, y se pusieron a hablar conmigo y yo no supe decir nada ni en español, ni en inglés, ni maltés , ni en suputamadrés. Solo me salió hacerles gestos como para decirles que la atención no estaba en mí, sino dentro. Hubo un momento que pensé que el autobusero iba a irse con mis colegas y yo me iba a quedar en tierra.
Cuando el señor gordo se cansó, salió como un mastodonte del bus, momento que aproveché para entrar. Me fui para atrás con mis colegas, y observé que desde la cabina asomaba una mano temblando con mi ticket. Fui a por él, y en vez de decir Thank you, le pedí perdón. jejeje
Aquí acaba la historia, luego pensamos que el señor gordo había ido a por una escopeta o un algo dentro de su caravana, pero teníamos claro que no había dejado de zurrar al autobusero. Luego otro señor gordo le dijo algo al autobusero desde fuera, dando golpes contra el cristal, y vinieron dos policías corriendo. Esta vez sí, no como en las pelis, llegaron a tiempo.
Y luego pues... nada, estuvimos ahí un buen rato parados hasta que arrancó el bus, mientras nos reíamos de mis reacciones y de mis caretos de sorpresa, confianza, enfurecimiento, sorpresa de nuevo, de no saber que hacer, y por último de... me rindo. Creemos que lo que pasó fue, que el gordo tenía una especie de puesto con frutas, pescado y demás, y había estado pitando al autobusero para que le dejase salir, ya que este último había dejado el autobús en medio.