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lunes, 23 de marzo de 2020

1 Septiembre 1939


¿Creéis que os van a levantar el castigo? ¿Creéis que porque ahora subáis stories demostrando lo bien que lo hacéis todo, lo buenos que sois os vais a librar de esta? Ojalá que no. Ojalá os entre en la maldita cabeza y en vez de seguir mirándoos vuestros ombligos os fijéis bien en lo que hacéis.
Seguimos exactamente igual de ignorantes y de estúpidos. Seguimos creyendo que de repente va a llegar una vacuna y ya está. Nuestra mirada puesta en esa esperanza absurda. Cómo somos. Seguimos creyéndonos mejores que nadie. Pensamos que mamá Tierra un día eliminará el virus, cuando llegue el calor. Mientras tanto nosotros sigamos saliendo a la calle, sigamos pasándonos por el forro las recomendaciones de nuestros amigos los chinos, sigamos saliendo a la calle, a las terrazas, a los balcones a aplaudir porque está claro que es lo que hicieron ellos. Sigamos con nuestro modelo económico basado en el más y más. Nuestras políticas de privacidad impiden que seamos coherentes porque como ya escribí una vez, prima más la justicia que el amor. Todavía me siguen llegando videos de, pensad en ese momento, cuando todo esto acabe lo felices que seremos. ¿Pues sabéis lo que os digo? Una pequeña parte de mi es feliz así. Diminuta, pero es a la que me agarro. Viendo cómo algo tan minúsculo nos pone en jaque. Si ser felices implica volver a coger uno de nuestros 20 coches a diario. Si ser felices implica ganar 10 en vez de 1 cuando podría vivir 5 vidas seguidas con lo que tengo. Si ser felices implica seguir viviendo por encima de nuestras posibilidades. Contaminando, destrozando océanos, contaminando nuestro planeta. Tirando basura al suelo. Si ser felices implica que cada uno vaya a su bola sin ceder asientos en metro, desconfiando cuando un desconocido nos saluda, si ser felices implica que lo mío es mío y punto. Me da asco. Y por esa pequeña parte (que no va a cambiar cuando esto acabe) me alegro.

Tenemos que esperar a que venga “el señor que manda” a decirnos que no salgamos de casa. No debería hacer falta que se nos impusiera el confinamiento. Y aquí me incluyo, porque si no lo dice, no me habría planteado esta posibilidad. Pensad en china, lo que hicieron e imitar. Así de sencillo. Pero claro, confinarnos aquí no se puede. En nuestra super sociedad occidental. La GRANDIOSA Europa, nuestra picaresca española. Soy español, ¿¿a qué quieres que te gane?? Pues mira, sí. A porcentaje de población infectada, a número de fallecidos. Y así nos va.

Por no hablar de una economía obsoleta, que podría haber sido un sistema perfecto de no haber sido por el de siempre, el humano. Una economía que promueve el ganar hasta más de lo sanamente calculable. Una economía en la que se premia el esfuerzo sí, pero también al estafador, al pillo, al ladrón, al poderoso por encima del trabajador, currante que se desloma para sacar adelante una familia cultivando la tierra o pensando en el de al lado.

Claro que aquí no se puede hacer lo que hicieron en china, porque nosotros estamos a otro nivel. Somos mejores. Aquí que se usen nuestros móviles como medida de control es malo, y ni en una epidemia de este tipo somos capaces de bajarnos los pantalones y darnos cuenta de cosas tan sencillas como que la tecnología está a nuestro servicio. Y no solo para meter bulos o para demostrar lo “guays” que somos. Sino para buscar información, para usar una aplicación que detecte cuando entramos y salimos de casa (porque es obvio que de la coherencia se puede confiar).
Creo que no estáis aprendiendo una mierda de esto. Como no lo hicisteis con las anteriores crisis. ¿O acaso alguien cambió su comportamiento con la crisis del 2008? (ébola, gripe A) Creo que cuando habláis de que todos saldremos reforzados de esto, mentís. Porque hoy mismo, he vivido otro episodio de egoísmo. (El Ayto. de mi pueblo desvía 30k€ de eventos taurinos a las facturas del agua de los empadronados aquí) Porque cuando hay que poner la mano para que caiga algo todos somos los primeros, ricos y pobres. Porque cuando me habláis de que es hora de reflexionar y de recapacitar, de nada sirve si no reflexionáis o recapacitáis en la dirección correcta. Si seguís tan ocupados con vuestros móviles o con vuestras nuevas rutinas, de yoga, deporte en casa, conciertos, aplausos, sesión de fotos, resolviendo acertijos, continuando una cadena de fotos antiguas, o meteros el dedo en la nariz. Porque para recapacitar, lo único que hay que tener es cerebro y tiempo. De lo segundo ahora podríais ir sobrados.

Aún leo que cuanto antes nos encerremos, antes saldremos de esta. Y siento deciros que eso no es del todo cierto. Aplanar la curva creo que consiste en no saturar el sistema en que el mismo número de infectados se esparza en el tiempo. Si 1000 personas son atendidas en 1 día, hay menos agobio si se atienden 500 en dos días. Pero bueno, otra de las cosas preciosas de nuestra sociedad es la manipulación y el engaño. Igual a algún sanitario le gusta ver que le aplaudís. Pero estoy seguro de que cambiarían todos esos aplausos con tal de que no os volváis a quejar cuando estéis hospitalizados. Así de hipócritas sois, aplaudimos por likes para quejaros cuando es vuestro turno de sufrir en un hospital.

Igual ya he perdido la cabeza, pero me gusta la imagen de africanos disparando los pocos que consiguieran saltar por encima de esas concertinas, que nosotros, desde nuestra supremacía antropomórfica colocamos. Me encanta ver cómo algo tan minúsculo acaba con toda nuestra grandeza. El problema es que se está yendo quien no se lo merece. Esa pobre gente que han tenido toda su vida deberes, que han luchado lo que no está escrito (sí, luchado de verdad) para sacar a sus hijos y a nosotros adelante. Pasando hambre y penurias mil por una maldita guerra entre… ¿Quién? Repitan conmigo, el maldito ser humano. Que tenemos cosas buenas, no lo discuto, pero últimamente solo veo maldad y asquerosidad entre los de nuestro género. Un hombre me pide una patata de mi bolsa en el metro. Accedo, y me deja la bolsa medio vacía (avaricia). Pero lo cojonudo de esto, es que, a ojos de compañeros, el que lo hizo “mal” fui yo por ofrecer. Y de estas, tengo unas cuantas
Incluso en estos tiempos donde se supone que tenemos que ser solidarios. Esos pocos ignorantes que siguen siendo detenidos por salir a la calle, por reuniones clandestinas, por montar orgías. No deberían morir nuestros abuelos, ojalá les quedaran otros 60 años de vida a cada uno para disfrutar de lo que sembraron. Tampoco deberían morir los estúpidos que salen, en mi opinión deberían morir todos los conocidos de esa gente y que sintieran de verdad lo que es la solemnidad del puto aislamiento que no están cumpliendo. Porque al final, hay que tratarlos como lo que son, niñatos desde los 14 hasta los 60 años, que sólo aprenden si se les castiga.

Fdo: Adolf Hitler Pölzl

jueves, 19 de marzo de 2020

La caída del maltratador

Aquella noche el silencio era aterrador. La calma tensa que se vivía en el ambiente solo era superada por sus ganas de cambiar la situación. Cansada de que los hombres abusaran de ella, se dispuso a actuar. Hasta aquí! - Gritó

Le costó mucho tomar la decisión, pero es que había llegado al límite de sus posibidades. Habían abusado de ella hasta tal punto, que creía que no podría volver a levantarse. Pero todos podemos aguantar un golpe más. No tendríamos por qué hacerlo pero lo hacemos. Siempre nos levantamos. Siempre podemos con más y más mierda.

La convivencia, hacía ya años que estaba rota, pero su bondad le impedía dar un golpe sobre la mesa que le librara de él. Estuvo muchos años bajo su sombra, siendo forzada hasta límites insospechados. Golpe tras golpe. Herida tras herida. Abuso tras abuso.

Pero ella era mucho más buena que él, estaba muy por encima de él. Poseía habilidades que él no podía llegar a imaginar, ella tenía el don de generar vida. Y así pasó. Le dio lo que él quería, le dotó de descendencia, le abasteció durante años, llenó su plato de comida y le facilitó un hogar.

Pero había llegado el momento de hacer algo, la situación era insostenible. Una vez decidida, empezó a observar, no era vengativa pero sin duda tenía mucha rabia contenida, rabia que en cualquier momento estallaría destrozándolo todo. Arrasando con todo, para volver a empezar de cero. Rabia que la llenaría de nuevo de vida y esperanza.

Estuvo años y años observando a su enemigo, dándole pequeños avisos sin que él se inmutara; cada vez que ella lloraba, generaba innundaciones. Cada vez que se enfadaba, algún volcán estallaba dentro de ella. Su ira caía en forma de rayos y lluvia sobre él de forma merecida. A pesar de hundirlo física y psicológicamente, seguía con su actitud autoriraria.

Pero un día eso cambió. Cambió en el momento en que se dio cuenta de que la solución era construir. La construcción de algo que acabara definitivamente con él. Y qué mejor manera, que haciéndole darse cuenta de lo insignificante que era. Construyó una partícula diminuta, casi imperceptible, que atacara a lo más profundo de su ser. Un virus. Construir un virus que acabara con todos los abusos, la injusticia, los golpes, la explotación... Gaia mandó la creación de un virus para poder respirar, para que sus océanos volvieran a estar limpios, para que el resto de sus habitantes pudieran vivir en paz. Gracias a eso la paz volvió a reinar en La Tierra.

Él, no le dejó otra opción.