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domingo, 19 de julio de 2015

¿evolución o involución?

Hace poco tiempo, vi con un amigo un dragón en la pequeña pantalla. Un dragón que nos sorprendió muchísimo porque su realismo nos pareció apabullante. Era un dragón. El batir de sus alas, el aire se podía palpar entre sus membranosas extremidades. Y eso me llevó a plantearme, ¿va el cine por el buen camino?

Es curioso, cómo directores que defienden lo digital frente al celuloide consideran el cine. Un claro ejepmlo podría ser Peter Jackson o George Lucas. Artistas sin duda, que luchan por sumergirnos en mundos fantásticos con frames ideales. Frames y Frames que podrían funcionar perfectamente como ilustraciones expuestos en cualquier museo. Al ver cualquiera de sus películas te quedas asombrado ante la gran pantalla y recuerdas escenas que nunca, jamás verás en la vida real.

Si quieres disfrutar visualmente de una obra, me parece estupendo que se utilice correctamente el mundo digital. Y recalco lo de correctamente, porque sintiéndolo mucho, decenas de directores nos están intentando vender productos que no son realmente lo que deberían ser.

Es curioso escuchar hablar a los actores de Star Wars VII. Cuando vi el trailer, me encantó, como buen seguidor de la saga. Pero cuando lo volví a ver, me gustó todavía más. Me pareció que lo que estaba viendo era lo que quería ver. J.J. Abrams y su equipo, tras ser criticados por el mero hecho de haber sido elegidos por Disney, (más bien se ha criticado a Disney) merecen ser analizados. J.J. y todo el equipo ha recreado el universo. Eso me ha hecho pensar, que es realmente lo que quiero ver.

El cine está yendo por un camino que no me gusta nada. No creo que los actores de Jurassic World, estuvieran realmente emocionados con interpretar sus personajes. Ellos no sentían la saga, no sentían los dinosaurios ni la brisa de la isla, o la lluvia caer. Me parece estupendo que se utilice el medio digital para apoyar la imagen, pero creo que el cine es mucho más que una mera imagen. Sagas míticas como Parque Jurásico o Star Wars, se debería buscar una interpretación más REAL. Yo me emocionaría si tuviera un T-Rex delante, o el Halcón milenario; yo, y cualquiera que sea un poco cinéfilo. ¿Por qué digo esto? Ewan McGregor interpretó a Obi-Wan y creo que nunca fue consciente de ello. Ewan me parece de los mejores actores activos, no me malinterpretéis, pero creo que si su actuación fue sólo notable, fue porque para alcanzar el sobresaliente tienes que sentir.

El público no es tonto, hemos aprendido a leer un lenguaje, a veces ese lenguaje cree evolucionar, pero lo que creo que está pasando es que esa evolución está perdiendo la esencia de lo que es el cine. La obra audiovisual que nos lleva a mundos, nos cuenta historias que hacemos nuestras. Que nos hacen empatizar y sacar sentimientos porque nos parecen realistas.

Vuelvo a poner el ejemplo de J.J. Abrams. El primer día de rodaje, se escucharon estas palabras: Estamos aquí. En el día 1 de Star Wars episodio 7. ¿no es increible?
Parecen poco trascendentales esas palabras. Pero hay que analizar que realmente estaban ahí, en el desierto de Tatooine. Con escenarios reales, naves reales, extraterrestres vivos y cámaras de celuloide montadas sobre railes de metal. La gente sudó, la gente se embutió en esos trajes pasando calor en el desierto, pero si les escuchas hablar, sabes que sus interpretaciones están por encima de ese calor. Están SIENDO un extraterrestre de STAR WARS. Quiero decir, estos actores les dirán a sus nietos. ¿Ves ese bandido Tusken de ahí? debajo de ese traje estaba yo. Y no un... yo moví a Jar Jar Binks, o yo planeé el vuelo de esa nave de ahí (seguro que ni se sabe el nombre).

Yo quiero ver un dinosaurio en mi pueblo, yo quiero ver un dinosaurio comiéndose gente (quizás demasiada gente), si me plantáis un dinosaurio comiendo gente en un escenario lleno de humo y explosiones, la credibilidad cae. Gana en espectacularidad, cierto, pero piensa por un segundo, cuándo has visto tú una explosión en tu vida diaria. Puede que hayas visto una, pero estás habituado a vivir en tu ciudad, o en tu pueblo. Donde hace sol, donde compras el pan, donde los coches tienen abolladuras y raspones, donde nada te parece espectacular, sino más bien familiar. Y los elementos que están introduciendo, no lo son. Explosiones es un ejemplo, pero cortinas infinitas de humo, desolación y destrucción, vistas de pájaro y movimientos rapidísimos o super modelos que brillan con un contraluz como caídos del cielo.

Si pretenden que digamos... "Dios! Increíble!", me parece estupendo que los efectos especiales sigan el camino. Pero la verdad que prefiero que se me pongan los pelos de punta al sentir cualquier obra. No sólo al ver un fotograma impresionante. No olvidemos que un fotograma dura 1/25 segundos o menos aún (1/60), mientras que un sentimiento lo revives las veces que quieras, y siempre te va a provocar esa sensación.

Damas y caballeros, niños y niñas de todas las edades, creo que los efectos especiales son ahora increíbles. Más increíbles que hace unos años. Eso provoca que vaya al cine y se me queden mis problemas en mente, que no sea capaz de evadirme de mis cosas porque al fin y al cabo, que algo sea increíble es lo mismo que decir que algo es menos creíble.

THE END

sábado, 10 de enero de 2015

Realidad onírica

Cuando regresó de su viaje, algo había cambiado. La realidad le parecía insulsa. Los días pasaban entre el silencio y el vacío. Un silencio interior que no había conseguido analizar correctamente, un vacío solo comparable al de la pregunta que no encuentra respuesta, al de la respuesta que no encuentra pregunta. Sentía, pero con ese silencio no podía luchar ¿cómo volver a confiar en alguien? ¿cómo creer que alguien pensaría en el amor cómo lo hacía él? La respuesta, en el caso de encontrarla, la encontraría mucho después.

Un día, nuestro amigo empezó a caminar entre tonos grises, entre gente con un mismo tono. Aunque caminaba cabizbajo, sabía perfectamente que ningún otro color estaba cerca. La gente, más pendientes de un puñado de bits que de un olor, un color, un sabor, un tacto o un sonido real, comenzaron a caminar a otro ritmo. El protagonista de nuestra historia debía elegir entre caminar a su ritmo o seguir percibiendo tonos grises.

Entonces se encontró con otra persona como él, otra persona que parecía oler, que no podía calificar como gris sino con otro tono. Cuando intentó seguir a esta persona, el resto de gente le impidió el paso. Comenzaron a crear un muro infranqueable, pero eso sí, sin dejar de estar atentos a sus ansiados bits, sus amados píxeles. Él, comenzó a correr, agobiado por el muro y con un grito ensordecedor, consiguió que uno de estos grises se apartaran de su camino. A pesar de que el silencio le había atormentado durante mucho tiempo, consiguió encontrar respuesta mientras corría. Consiguió encontrar un rayo de esperanza que le sirvió para seguir adelante. Entonces recordó lo que le ocurrió en aquella montaña, en su balcón.

Igual esa persona que avanzaba inalcanzable delante de él, no sería la que le dijera su famosa frase. Pero sin ninguna duda mejor tener un objetivo, mejor luchar por si lo fuera. Desde luego que la esperanza se la había devuelto.

Aunque sus piernas estaban cansadas, recordó que no corría con ellas. Sintió la fuerza de su abuelo, de aquellas palabras, de aquella luz, de aquel águila, de su propio ser. No me cabe la menor duda de que sin todo esto, el niño no hubiera podido alcanzar su objetivo. Una vez conseguido, exhausto, percibió cómo su meta se paraba, parecía al alcance de su mano y a la vez muy distante. De espaldas, sin verle la cara, y cuando recobró el aliento, comenzó a hablar con ella y empezó a percibir colores. Se dio cuenta de que estaban los dos solos, de hecho, cualquier otro objeto había desaparecido, se encontraban en una especie de vacío, rodeados de oscuridad. No puedo describir exactamente esta oscuridad, era acogedora, imposible de asociarla con algo negativo. Era en realidad como si sólo existieran ellos dos.

Nunca le vio la cara, pero esta persona cercana y distante, cálida y fria, presente y ausente al mismo tiempo, consiguió hacerle sentir.

Él le abrazó por la espalda, esta vez fue él el que se atrevió a decirle la frase que tanto necesitaba oir. Tras este acto de valentía, sin haber acabado de decir el "...quiero", ella comenzó a darse la vuelta. Muy lentamente, comprendía perfectamente lo que eso significaba. La tenue luz de una Luna, había permitido que viera únicamente una linea que formaba el contorno de ella. Una linea que permitió que él la reconociera.

Fin