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lunes, 14 de noviembre de 2016

El primero de muchos

Querer y ser querido. En nuestro mundo todo vale. Vivo en un mundo tan utópico, tan fantástico y tan real, que incluso con esas contradicciones es posible. Porque gracias a ella, lo imposible es posible, lo complicado se vuelve sencillo, y lo blanco, brillante. Me transporta a él a diario y es tan creíblemente único que incluso con descripciones “Tolkianas” no alcanzaríais a asomaros a una ventana que os empiece a dar una idea de dónde voy. Aún así, intentaré que esa ventana sea lo más grande posible.
Gracias a ella todo lo “importante” pierde importancia. Ella es la que me lleva con una delicadeza sutil y elegante para perdernos durante horas. Porque me lleva, pero se queda conmigo y eso es lo más genial de todo. Con ella al lado, el lugar se vuelve real e imposible a la vez. Y es completamente cierto que en este lugar, tenemos la capacidad de manejar el tiempo. Además es tangible, se puede ver cómo vuela. Si nunca habéis visto el tiempo lo siento por vosotros y hace que, a su vez me sienta un privilegiado. Es un tío joven, con rasgos afilados y barba picuda que le otorga cierta experiencia. Suele pasar volando por encima de nuestras cabezas mientras paseamos inagotables.
Gracias a ella, no hay hormigas, y las que pueden colarse de vez en cuando, no llegan al ombligo. La ves diminuta a lo lejos, inofensiva y fácilmente aniquilable. Ahora que lo pienso, alguna vez, sobre todo, cuando no vamos de la mano, sí que ha aparecido alguna que nos ha hecho llorar. Aún así, sus lágrimas son profundas y misteriosas, como océanos oscuros y tenebrosos. En los que buceo muchas veces intentando volver a sacar la cabeza a flote. Intentando volver a ver la luz. Intentando buscar ese cofre del tesoro que al abrirlo, se vuelva a llenar de peces tropicales e inunde todo de colores en los que reírnos y bailar como un negro la canción de lonely boy. Mientras estamos ahí, no vemos pasar al tiempo, por eso nunca me acuerdo de que sí hay alguna hormiga. Deberíais ver sus lágrimas, me dejan embobado.
Por lo general, ese momento en el que la hormiga ha desaparecido y aparecen peces de colores, a pesar de seguir habiendo lágrimas, viene con una sonrisa. No os imaginéis una sonrisa como tal. No oséis imaginar una sonrisa, al menos si no la conocéis a ella. Ninguna otra sonrisa que pueda estar en vuestra mente se acerca a la perfección de la suya. Visualmente es un espectáculo que llena de alegría nuestro mundo. Hace renacer un bienestar, capaz de acabar con el hambre del tercer mundo. Bueno, igual me he pasado, del tercer mundo no, pero de Africa sí. Cuando veo por la tele la sonrisa de los niños de Soweto sé que están pensando en la de ella. Ella es capaz de transmitir esa felicidad, de contagiarla y hacer que todo a su alrededor lo sienta. ¿qué hay más importante en esta vida que ser feliz? Si quisieras un superpoder, ¿no sería, poder ser y hacer feliz? Y estamos hablando sólo de su sonrisa porque cuando se ríe despierta  en todo lo que le rodea esa euforia que consigue alegrarte. Te contagia, igual que una melodía pegadiza te hace moverte, consigue que, por lo menos, sonrías.
En este lugar todo es deseo complacido, todo es posible, sientes que tus energías no se agotan y podrías vivir eternamente viendo el Tiempo pasar. Es un lugar tan especial que sólo se puede entrar a él gracias a ella. Los dos juntos creamos ese mundo y lo seguimos moldeando para que sea mejor. Sin esfuerzo, como cuando de pequeños jugabais con plastilina. En este mundo, no es que haya colores especialmente chillones, o sobresaturados, es que todo tiene su color adecuado para que estés a gusto. Es simplemente el mejor lugar al que puedes viajar. No hay nada parecido, ningún sitio en el que puedas pasar el resto de la eternidad sin cansarte ya que las posibilidades son infinitas.

Hubo una película que intentó acercarse a esta idea, pero los protagonistas fallaron, crearon un mundo demasiado real. Cobb y Mal no nos llegan ni a la suela de los zapatos. Ojalá pudierais acercaros un poco más a la ventana, pero otra cosa que lo hace tan especial es que estemos los dos solos, no quiero llevaros.  “Y si es tan especial ¿por qué no estoy allí?” pues tenéis razón. Me voy ahora mismo.