Me veo bien, normalmente separamos corazón y cabeza. Creo que tengo mucho de los dos, pero creérmelo hace que sienta una especie de rechazo a lo creído, a lo flipao. Creo que tengo mucho de las dos porque soy una persona intensa. Hago todo lo que hago con pasión y con una energía que a veces no controlo poniéndome en peligro a mi mismo.
Soy constante, y paciente. Tengo mucha paciencia. Lo que a veces veo como bueno y a veces como malo. Lo que me lleva a recordar que tengo un fuerte sentido del deber que no está por encima de mi.
Dedico buena parte de mi tiempo a regalarlo. Igual que regalo frases bonitas, sin pelos en la lengua pensando siempre en qué decir y cómo decirlo pensando en que afecte de la mejor manera posible. Me suele costar más decir algo malo que algo bueno.
Creo que esto es lo común a los tres rubenes. Rubén, ruby y buby.
Constante cambio en post de mejorarme y de encontrar mi mejor versión. Duro y exigente conmigo mismo. Y con los que me rodean. Contradictorio y complicado. Pero coherente y sencillo.
Contradictorio porque no me da miedo ningún pasado ni ningún futuro por lo general. Complicado porque creo que es difícil entenderme. Que los demás lo hagan y que yo mismo lo haga. Estoy en constante ejercicio de autoevaluacion.
Sencillo por mis gustos. A veces me gusta una cosa y a veces otra. Sencillo porque veo los problemas como algo que solucionar de manera simple. A b c. Busco todas las posibilidades y al final la mentalidad de un niño suele ser la mejor para resolver problemas.
Y coherente. Porque hay pilares, que, aunque a veces me jodan, y me tire un impulso de romperlos, después descubro que estos estaban bien.
Soy una montaña rusa de emociones. Sobre todo buby. Ruby, con mi familia, saca un yo más estable. Más taciturno y más calmado. Más preocupado.
Soy curioso, atento y sentido. Altruista más que egoísta. Familiar más que colega. Humilde más que altivo. Activo más que perezoso. Extrovertido más que introvertido. Creativo más que monótono.
Soy bueno en el sexo. Mejor con lengua y manos. (vuelvo a pensar en creído) Beso de una manera extraña y considero eso un tesoro. Antepongo el bienestar de mi pareja al mío, entiendo el intercambio de placeres como algo que regalar. Pierdo el culo por la otra persona y sus problemas pasan a ser míos.
Cabezón y testarudo.
Ordenado y limpio. Aunque no conmigo mismo. Estoy demasiado despreocupado de mi aspecto físico, y por lo general me abandono bastante. Me veo más bien feo, con unos brazos bonitos. Labios y perfil bonito. Ojos y nariz desproporcionadamente grandes. Pies, orejas, caderas, rodillas feos. El resto normal. No tengo culo, aunque ahora está poniéndose durito y de lo de delante me cuesta hablar, más que por complejo, por tabú. Decepcionado conmigo mismo porque veo que cada vez es más difícil sacar abdominales y tener la v de entrada a la cadera marcada.
Estoy pendiente de la gente que me importa algo y pido que ellos lo estén conmigo. Aunque al final, con el tiempo entiendo que yo lo estoy más que ellos de mi. Esto pasa con los no familiares. Una vez cruzan la barrera de lo eterno... Familia, pareja, amigos, me cuesta estar pendiente.
La felicidad está por encima de todo. Después el amor. El bronce es para la familia. Y después comparten espacio dinero, amistad, salud y espíritu. Entendidos todos de una manera única definidas en mi diccionario propio. Todo debe remar en la misma dirección para conseguir la felicidad que un día vi en mi abuelo. Persona a la que sigo recurriendo como ejemplo vital de caballerosidad y bienhacer. De hecho, la mayoría de cosas de este texto las veo en él ahora que lo releo. Por lo que debo ir por el buen camino.