................................................

martes, 8 de agosto de 2023

Marruecos

 Comenzamos volando con un marroquí llamado Lhouussaine. Era la primera vez que volaba y nos dio varios consejos para ir prevenidos. Nos comentó que había llegado ilegal a España debajo de un camión, y que ahora estaba feliz porque estaba trabajando en Zaragoza más de 10 horas al día sin días de descanso. Estaba nervioso por el avión, pero también por la vuelta y lo que pasaría en el control de pasaporte. No podía comprometer a ninguno de sus conocidos, siendo consciente de que estaría horas siendo interrogado, pero también, sabiendo que le dejarían entrar en su país. Nos pareció curioso.

Ahí nos despedimos, dándonos los móviles. Esta vez teníamos todo cerrado. Nos venían a buscar al aeropuerto, teníamos que pillar una tarjeta en el aeropuerto y decidimos continuar con euros hasta llegar al hotel Ali en el centro de Marrakech.

Fácil. Así lo hicimos. Al salir, ya notamos el contraste. En el minibus de camino al centro, ya vimos el aparente caos del tráfico. Motos, coches, peatones y bicis, todos usando los dos carriles. Al menos todos seguían una dirección. Eso cambió cuando entramos en Marrakech, donde todo iba en cualquier dirección. Nos acompañaron a la Riad Minorissa y era curioso, porque unas callejuelas estrechas "peatonales", donde no cabían 5 personas al lado, pasaban motos. En Marrakech, vas andando y cada dos segundos tienes una moto pitando para que sepas que va a pasar. Y es que las motos te esquivan mientras tú caminas.

Las riads son casas de familias pudientes marroquíes, que se han reconvertido en hoteles con mucho encanto, donde te tratan como si fueras un familiar más. Por lo general tienen un patio central con una piscina o fuente, y cuatro jardines alrededor (por las cuatro estaciones del año). También suelen tener un pasillo en la entrada para que, la persona que entre, no vea todo el interior. Las puertas para entrar, son una compuerta de madera (con forma y tamaño de puerta normal) cortada dentro de una puerta más grande. Como si una típica caseta de perro tuviera una puerta, en vez de una apertura. Esto es, porque, los familiares llaman a la puerta de entrada, mientras que los visitantes llaman a la puerta grande. Esto es para que las mujeres pudieran tener tiempo a ponerse el velo.
Nuestra Riad nos encantó. 3 plantas donde todas las habitaciones daban al patio central. Verde y blanca. A nosotros nos tocó arriba, en la terraza, con todo el encanto del mundo marroquí.

Pronto descubrimos lo que es Marrakech, porque fuimos a dar un paseo hacia el hotel Ali, en la plaza jamaal al fna, para hacer el cambio de moneda. Es un mercado gigante, el 90-99% del zoco son tiendas, donde venden objetos realmente bonitos o diferentes. Lamparas, telas, miniaturas, madera, ropa, especias, babuchas... Todo objetos que te pararias horas a mirar. Y así sería, si no fueran tan insistentes. Todo llama la atención, pero cuando un vendedor se da cuenta de que estás mirando algo de su tienda mientras paseas, te pregunta de dónde eres para invitarte a pasar. Algunos te acompañan andando unos metros, insistiéndote. Lo primero que aprendí a decir en marroquí fue "la sukran" (no gracias). Porque literalmente tienes que decirlo más de 100 veces al día.

Con una luz espectacular que se colaban entre los callejones y jugaban con las luces de las tiendas, llegamos a la plaza jamaal al fna. Estábamos avisados, pero flipamos con la variedad que vimos. Puestos de zumos, tatuadores de henna, personajes disfrazados, cantantes callejeros, tamborileros, encantadores de serpientes, adiestradores de monos, aves de cetrería... Todos intentando llevarte a su terreno para sacarte algún dirham.

Estábamos avisados, nos iban a intentar timar de las formas más despiadadas posibles. Sólo un ejemplo: si te acercas, o le haces una foto a las serpientes. Se te acercan a ponerte una al cuello. Te piden dinero, y si no se lo das, te amenazan con las cobras.

Después de sacar dinero, caímos en una de esas. Una mujer agarró de la mano a Lorena y la encandiló para hacerle un tatuaje de henna y purpurina. A pesar de que le dijo varias veces que no, sin darse cuenta estaba sentada en un taburete mientras la mujer no callaba y le echaba algo negro, dibujando no se que en su mano. Le dijeron que era gratis. Pero a pesar de decirle varias veces que no, y que nos íbamos. Le pidieron 50 dirhams "por la henna". Por no meternos en jaleos, le dimos 40 (4€).

Tomamos algo en una terraza con vistas a la plaza y nos preparamos para el día siguiente.

Teníamos un free tour de 4h. Que fue genial. Nos enteramos de la mayoría de datos que he ido dando, y de muchos otros. X ej que marruecos es un Oasis en África. Es verde, ciertamente tiene verde. No tanto como España, pero si como Almería o el sur. El agua, lo llevan desde el alto atlas (una cordillera de casi 3000m de altura) hasta el resto de ciudades por canales subterráneos.
El estudio del Corán es gratis. Tienen un 37%de analfabetismo, pero tienen todo pagado para estudiar religión. Las calles, para llegar a la mezquita tienen unas protecciones de madera con un adorno de hierro, para que los ciegos puedan orientarse y llegar a ella.
Había calles estrechas y sobretodo bajitas, (que no habríamos descubierto sin el free tour) para que los ejércitos no tuvieran facilidades con sus caballos.

Tema mujeres. A mí me sorprendió mucho que en 2003 se hicieron avances en este sentido. Tiene que haber el mismo número de mujeres que de hombres en el gobierno. La poligamia está permitida, pero en el Corán está escrito que el hombre tiene que poder mantener a 1,2,3,4... Mujeres. Esos puntos suspensivos son con los que hay discrepancia dentro del mundo musulmán. Pero a lo que se han agarrado los musulmanes es a la siguiente frase del Corán. Y es que, el hombre tiene que poder mantener a esas mujeres, no sólo económicamente sino sentimentalmente. Por lo tanto ahora en Marruecos, está legalizada la poligamia, pero todos los implicados tienen que estar de acuerdo. Además se necesita un permiso especial para casarse con una segunda mujer, donde se confirma el consentimiento de la primera, la segunda, y el hombre.
La organización de las ciudades son, la mezquita en el centro y luego anillos hacia el exterior organizados en el zoco, viviendas, muralla y cementerio en el exterior.
Las mezquitas tienen un trozo de madera en lo alto para mostrar la dirección de la meca.

Hicimos genial en coger el free tour, porque nos enseñó un barrio de artesanos, mucho menos masificado, más oscuro y con cosas mucho más originales. Habíamos oído que el barrio de los curtidores era peligroso, pero a nosotros nos pareció muy entretenido. Era un barrio que pasaba por diferentes artes. Cuero,hierro,madera,escayola... Todos en sus espacios reducidos (no más de 2m cuadrados) con su concentración al 100% trabajando en piezas únicas.

Nos sorprendió lo limpio que estaba todo, nos sorprendió lo majo que era todo el mundo, y cómo el ruido malo oculta lo bueno. Es cierto que tuvimos alguna anécdota donde intentaron timarnos, pero no fue lo general. Lo general fue todo el mundo a una.

La comida. A mí, la comida me pareció sin más. Sólo me parecía que tuviera sabor la que nos pusieron en la Riad. Tajin, cous cous, pastila de carne y poco más. Lo sirven en platos de barro con una especie de cono a modo de tapadera también de barro. Poca variedad, poco sabor y pocas ganas de comer más comida marroquí. Me llevo la idea de la naranja con canela.

A pesar del aparente caos de los coches, siempre que hemos cogido algún transporte, me he sentido muy cómodo. Y digo esto, porque yo no sé qué método utilizan, pero ellos se aclaran. No vi ni un solo coche que tuviera un rasguño. Y me estuve fijando, porque aparentemente debería haber muchos golpes y no. Además conducen muy despacio, la máxima velocidad que vi, fueron 90km/h. También hay mucha moto, por cada coche vimos 10 motos. Mochillos como diría broncano. La carretera está bastante bien, no hay autovías y la mayoría son como nuestras nacionales, pero más pequeñas. Algunos baches de vez en cuando. Pero por lo general bien. Además las motos, bicis y peatones circulan por el arcén y utilizan la línea continua como si no lo fuera. Por lo tanto nuestros buses, adelantaban a camiones, coches y demás como si fuéramos un avión.

Me pareció que los hombres no valían para nada. Es cierto que vimos gente pasando los 90 años en bici, en moto, en burro (que aquí se sigue usando como principal medio para cargar. O para subir cuestas enrevesadas) o en carro. Pero vimos que la agricultura la soportaban las mujeres. Tanto arando como llevando fardos enormes de leña a las espaldas. La mayoría de hombres nos sirvieron el te, o eran camareros o profesiones menos duras, a mi modo de ver. Salvo por la ganadería. Vimos muchos pastores llevando corderos en plena carretera.
También gatos sueltos por las calles que alimentaban con cabezas de gallina. Y menos perros, que parecían ser de nadie cruzaban las carreteras haciendo frenar de vez en cuando a los coches.

Fuimos a las cascadas de Ouzoud. 120m de saltos de agua, donde los locales y los turistas se bañaban. Después de atravesar un despeñadero con un par de zonas de monos. Monos que no era recomendable alimentar, o interactuar con ellos. Aunque como siempre, algún tonto había por ahí. Además había marroquíes intentando sacar provecho de la situación ofreciéndonos cacahuetes para darles.
Ahí tuvimos un guía con el que hablamos bastante, Karim. Un montañero que nos contó que venía de un viaje de 4 días por el alto atlas
+212 666265836 su teléfono. Nos sorprendió bastante que habíamos contratado un paseo en barco que nos acercaba a la cascada. Después comimos en una terraza con vistas a la cascada donde nos dimos cuenta de la altura que alcanzaban algunos niños para saltar. Trepaban la piedra por un caminito hacia un par de cuevas que estarían a unos 20m de altura, y saltaban sin ningún miedo. Una excursión de 3h la ida, muy recomendable donde lo pasamos muy bien.

El madrugón lo pegamos para ir al desierto. 3 días 120 euros con transporte, actividades, alojamientos desayunos y cenas incluidos.

Yo estaba preocupado porque después de 8h de coche, el paisaje no había cambiado lo suficiente para mi gusto. Cambiaba, si. Pero no parecía aún desierto. Pasamos por el alto atlas, curvas y carreteras en obras con un calor de aúpa, pero unas vistas impresionantes. El primer día nos hicimos 6 horas de bus haciendo paradas y visitando aitbenhadou. Una ciudad amurallada donde se han rodado muchísimas películas. A mí me pareció un socarral, la verdad. A pesar de que había palmeras a las afueras, y pasaba un riachuelo, el sol apretaba. Íbamos con un guía que hablaba 9 idiomas y nos contó que ahí vivían 5 familias solamente. Nos enseñó algún que otro decorado y nos hizo un tutorial para ponernos el pañuelo bereber. También nos metió en una tienda donde hacían dibujos con té azúcar, limón y fuego. Como los mensajes ocultos de zumo de limón. Muy originales y bonitos la verdad.

A mí me daba la sensación de que nos la estaban colando constantemente en ese viaje. Porque creo que tienen que ganar una pasta con los turistas. Además muchos precios no cuadraban. Todos los restaurantes donde paramos, eran bastante más caros que la ciudad. Las tiendas donde nos llevaban también.  Comimos y nos pusieron en la mesa de los españoles. Donde pronto nos dimos cuenta de una frase que dice Lorena y es que vivimos en un instituto constante. 2 parejas, una de Tenerife y otra de Málaga. Prototipo de niñatos con pocas neuronas que solo piensan en beber y fiesta. Los de Tenerife iban en nuestro bus, y sus temas recurrentes eran drogas alcohol y lo guays que eran. Pero ninguno conocía lo que eran los free tour. En fin, fuimos cordiales todo el viaje con ellos, pero ya. Hasta ahí.

Pasamos por el valle de las rosas (4 arbustos mal puestos con flores) y por fin llegamos al hotel Hôtel Bougafer Tinghir. Con los pies en la piscina disfrutamos del atardecer mientras esperábamos a la cena. Ahí nos sentamos con los españoles y dos ingleses. Una chica super maja, y su novio racista que ni nos miraba. Estuvimos hablando y muy bien, se les entendía perfectamente.

Las comidas empezaban a hacer mella en algunos estómagos, así que mientras unos estaban sin alejarse mucho del baño, otros disfrutábamos de la noche al aire libre en la terraza tomando un té.

A la mañana siguiente fuimos a las gargantas del todra. Dimos un paseo con el guía bastante guay. Nos metimos entre cultivos de alfalfa, calabaza, zanahoria, pimientos, tomates ... Olivos almendros cipreses etc. Para acabar en un ksar semi abandonado, tomando el té bajo la hospitalidad de un local que acabó intentando vendernos alguna alfombra. La zona era bastante única, y tenía un encanto que no vimos en el resto de Marruecos. Aquí si que había un rio/garganta bastante más caudaloso. Y entre palmeras y sombras nos fuimos metiendo poco a poco en un cañón que recordaba a la Foz de lumbier. Roca rojiza de no sé cuántos metros de altura que te hacían sentir insignificante.

Y por fin llegaba la hora. Fuimos al desierto. 4horas más. Dónde si, las dos últimas el paisaje cambió radicalmente. La arena ganaba la partida a plantas, rocas, carreteras incluso pueblos, que parecían luchar por que no sean sepultados en un futuro. Cuando giramos una curva nos encontramos a lo lejos con la gran duna. Una montaña naranja de arena del Sáhara que disfrutsriamos esa misma tarde. Alguna foto de rigor a lo lejos y llegamos al hotel donde nos prepararíamos. Una piscina que disfrutamos todos. Y al dromedario.

Tal y como lo recordaba, el movimiento para levantarse fue muy brusco, de hecho vi las caras de pánico de Alfon y Lorena. Luego, una vez arriba el convoy paseaba como si fuéramos dueños de las dunas. Eso los 2 primeros minutos, porque a medida que nos adentramos en el desierto y dejábamos atrás la vista de la civilización, nos dábamos cuenta de la inmensidad de la arena. Paramos y el mismo movimiento brusco para bajar. Los guías se quedaron con los animales y nos dieron 3 horas para disfrutar pisando descalzos las dunas con el sol cayendo. Desde lo alto de una duna volvimos a ver el infinito. El horizonte lo cubría arena y más arena. La sensación era como cuando miras el mar y se da cuenta de lo pequeño que es, de lo que habrá al otro lado del océano, o la cantidad de km que ocupa.

Fotos, risas haciendo la croqueta, tirándonos por las dunas, subiendo agotados a ellas o tirándonos por el sandboard. Una especie de tabla de snow pero en las dunas. Llegó la hora de irse. Con, ya poca luz, me impresionó ver cómo los dos guías, trajeados de bereber, rezaban de rodillas, como agradeciendo al desierto por habernos dejado disfrutar de él y respetarnos.

Volvimos al campamento y bueno. Lo que podía haber sido algo bastante único, se convirtió en una especie de botellón cutre. El grupo de españoles querían hacer piña, y nosotros no. No, porque no eran de nuestro royo. Llamando a "Juanillo" para que les trajeran bebidas. Estaba complicado incluso que hubiera agua. Pero bueno. El campamento era un recinto de tiendas formadas por cubos de tela. Un baño común y unas alfombras en el suelo. Cenamos en una tienda más grande que el resto y después "disfrutamos" de un concierto de música gnawa. Un testimonio vivo de la esclavitud, y así nos pareció. Sentados alrededor de una hoguera salieron cuatro o cinco muchachos de allí, a tocar una especie de tapas de hojalata con una guitarra y una caja. Me parecieron monos de feria, seguramente nuestros queridos compañeros españoles no ayudaron, comportándose como si estuvieran en una verbena, aplaudiendo en plan paquito el chocolatero. Lo más entretenido fue una araña gigante (del tamaño de mi puño) que estaba en el techo de una tienda. Estuvimos a punto de levantarnos e irnos fuera, pero aguantamos y acabamos bailando en una especie de conga de Jalisco alrededor de la fogata.

Cuando nos soltaron, Lorena Alfon y yo salimos a ver el desierto de noche. Nos encontramos una especie de salamandra chulísima y una tranquilidad pasmosa. Sólo la rompía los españoles ya borrachos. Nos alejamos subiendo un par de dunas y ahí sí. Tirados en la arena fue mi momento favorito. Mirando el cielo, temperatura perfecta y disfrutando del tacto de la arena. Enterramos a Alfon y volvimos para dormir. "Dormir" porque dentro de la jaima hacia un calor infernal, eran las 3 de la mañana, teníamos que levantarnos a las 5 para ver amanecer. Pero entre el calor y la imagen de la araña no dormí nada.

Al día siguiente fuimos a ver amanecer todo el campamento pero por desgracia estaba un poco nublado y no pudimos disfrutarlo.

Nos esperaba un viaje de más de 12h en el mismo mini bus que nos había traído. De lo peor del viaje. Todos dando cabezazos e intentando dormir. Poco más del viaje. Volvimos a Marrakech y a la nueva riad. Mucho peor que la riad pero con una terraza mucho más acogedora.

Ese día no hicimos nada. Descansar lo que pudimos para afrontar el último día.

Este último día sería para regatear, hacer compras y terminar algunos flecos que nos quedaban por ver. A mí me divierte mucho regatear. Buscándole fallos a los objetos como si fuera un experto. Nah, esta camiseta es serigrafía mala, se va en dos lavados. Los hilos de esta bufanda no están juntos, esa escultura no es bereber. Una anécdota con esto del regateo fue el último día. Quería un souvenir para el pueblo. Y empecé fuerte. Mira, me gusta este, pero tengo 10 dirhams para cenar y comprar (mentira) te puedo dar 4 como mucho. Porque sino no ceno.
7 me pidió. Y yo insistía que no me iba a mover de ahí. El chaval, con risa nerviosa, me dijo: te voy a contar cómo funciona esto. Y le dije si lo sé lo sé. Pero mira mi cartera, dime un sitio donde pueda cenar por menos de 6 dirhams y te lo compro. Viendo que mis argumentos eran de peso, acabó rindiéndose, jugando con la vuelta como si se quisiera quedar con 0,5.

También nos pasó ese día, que queríamos volver a ver el barrio de los curtidores. El problema es que realmente es un laberinto. Y aunque estábamos paseando por pasear, nos metimos en un callejón que no daba a ningún sitio, con la mala suerte de que un chico estaba entrando en su casa y se ofreció a guiarnos. Nosotros insistimos en que no. Y le avisamos de que no le íbamos a pagar nada. Él insistió en que si. Y se puso a caminar como a 10m delante de nosotros. Cuando hacíamos el amago de ir la a otra calle, él se giraba. Hasta que nos plantamos y no seguimos caminando. Efectivamente vino a pedirnos dinero. Y le dijimos que ya estaba avisado. Hasta aquí todo normal, pero nos dio muy mala espina que al rato vimos que nos estaba siguiendo con otro. Así que salimos por patas y nos quedamos con las ganas de disfrutar más esa zona.

Ya el domingo de vuelta, salía el avión a las 11, y nos levantamos a las 8 por aquello de ir con tiempo. El día anterior acordamos con la riad que nos harían el desayuno a las 8:30 y prepararían el taxi a las 9. Bueno pues con todo listo, no había nadie despierto, ni a las 8, ni a las 8:30 ni a las 9. Así que entre las 8:30 y las 9 bajé a recepción y empecé a hacer sonar el timbre, a llamar. Como estábamos en una riad, supuse que estarían durmiendo en alguna habitación de allí. Así que me puse a buscar. No tardé mucho porque me encontré unos pies detrás de una especie de mostrador. Al asomarme estaba dormido el chaval de la recepción del día anterior. Hice todo el ruido que pude, pero estaba muy dormido. Llamé a Alfon y estuvimos hablando al lado suya en un tono más alto de lo normal. Nada. Al final tuvimos que tocarle para despertarlo. No queríamos desayuno pero insistió. Con legañas en los ojos subió a la terraza y nos puso lo habitual.

Ahora sí, subimos al taxi, y el taxista... Pues otro personaje. Nos dijo que no había dormido, nos iba preguntando qué camino coger (de broma), y nosotros teníamos una risilla nerviosa porque ya íbamos un poco pillados de tiempo. Luego se paró a saludar a su mujer. Que nos la encontramos yendo en su moto. A los 5 min estaba dando los buenos días a otra muchacha por vídeollamada, ahí fui yo el que me sentí como mono de feria. Por fin, llegamos al aeropuerto y tuvimos que pasar por "check-in" porque, después de recorrernos el aeropuerto un par de veces, descubrimos que, aunque no facturaramos, teníamos que pasar por allí para que nos pusieran un sello en el billete y enseñárselo a los de seguridad. Al final llegamos solo con 5 minutos de antelación y pudimos coger el vuelo sin problema.

No hay comentarios:

Publicar un comentario