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miércoles, 12 de octubre de 2022

Día 3. Panteón y Coliseo

Amanecimos con tiempo para ir a ver el Coliseo. Esta vez cogimos un bus para llegar. Bus eteeerrrno. Casi 1 h para llegar. Teníamos el tour guiado a las 11. O sea que la idea era ir con calma a desayunar y ver incluso el Moisés de Miguel Ángel que pillaba relativamente cerca. Así que eso hicimos. En la terraza del Panella, con un camarero a lo Pavarotti y varias personas agradables, como el señor elegante que parecía seguir un ritual mañanero para leer el periódico y desayunarse su típico café diario.

Nosotros nos pedimos 3 cafés con su bollito correspondiente. No nos pareció nada del otro mundo. Estaba bueno pero mucho mejor el del día anterior.

Durante el viaje, a Lorena le dolía bastante la muela y nos habíamos dejado las medicinas en camping. Miramos alguna farmacia pero al final acordamos que lo mejor era pillar un cepillo de dientes y lavarse, porque el analgésico no le iba a quitar el dolor. Así que entramos en un carrefour y pillamos cositas. 


Nos pillaba de paso el Moisés, pero como había que llegar con tiempo al tour guiado, fuimos al punto indicado 10 min antes. Nos encontramos con una familia que había ido el día anterior en nuestro mismo tour y hablando con ellos, nos dijeron que habían llamado a la agencia porque era raro que no apareciera nadie. La cosa es que estábamos un grupo de 32 personas esperando a que se dignara a aparecer la que luego sería nuestra guía. Una tal Elena que llegó con 15 min de retraso, tiempo que habríamos podido invertir en ver el Moisés (realmente no. Porque luego estuvimos más de 1h viéndolo). 


Tanto el grupo como la señora, se llevaron mi prejuicio. Un grupo de algunas familias, algunos graciosillos, algunos que parecían de los de "yo primero" "yo delante" y algunos de los de "yo lo sé porque ya he estado". Qué pena que acertara con mi prejuicio. Si hubiera sido solo eso... Habría estado bien. El problema viene con Elena. Una mujer que rondaría los 40-45 años, pinturrajeada, con una sonrisa que rivalizaria con la del Joker en falsa y siniestra a partes iguales. Italiana con idea del español, pero con muchos italianismos, que parecía ser la primera vez que pisaba la zona o la primera vez que tenía un grupo. Teníamos unos cascos y a los 10 min de empezar el tour, nos dimos cuenta de que no tenía nada que ver con Valentina. Datos mal hilados, mal narrados como el que lee un libro de historia, pero un libro del que sólo lees tres palabras de cada frase. Además, con este estilo tan desordenado, no paraba de hablar como si le hubieran dado carrete. Un tono desagradable, aburrido y confuso. Desordenada y despistada. Los sitios que elegía para parar, mal elegidos. Se ponía ella de cara al monumento y nosotros mirando la pared y a ella.


Empezamos por el foro romano. Y yo lo que hice fue quitarme los casos y ponerme videos de Youtube hasta enterarme de lo que veía. Hicimos un recorrido muy extraño. Foro romano, viendo ruinas de los edificios donde se hacía la vida romana, el monte palatino y por último el Coliseo.

El sitio me gustó. Era fácil imaginarse legiones de romanos atravesando esas calles rodeados de columnas y edificios de mármol como aparecen en las pelis. Corriendo detrás de Elena llegamos al monte palatino donde supuestamente vivía la nobleza. Más ruinas y rastros de edificios. 


En el Coliseo, casi no pudimos hacer la foto desde fuera. Corriendo. Se equivocó de enreada. Vale que había muchísima gente, pero ya veis el nivel. Nos dejó hacer una parada de rigor para ir al baño. Donde abandonó al grupo. Me explico. Los que no íbamos al baño, nos teníamos que quedar en una de las entradas. Ella iba a acompañar a los que iban al baño y esperarles allí para traerlos de vuelta. La gente que estaba en el baño, se dio cuenta de que se había pirado y alguno le costó volver. Imaginaos la cantidad de gente que hay en el Coliseo. Más que en el Vaticano creo yo.


El Coliseo me encantó. Tanto o más, por fuera que por dentro. El foro y el palatino era un ejercicio constante de imaginación para saber lo que ahí había. Pero el Coliseo era un ejercicio mucho menor. Gradas y construcciones como las de cualquier estadio de fútbol moderno. Lo cierto es que pelis como Gladiator o troya, hicieron que viera el Coliseo mucho más imponente que allí. Porque, más allá de eso... Nada más. Yo no sé si fue por esta señora o porque lo tenía muy visto, pero el Coliseo no me impactó. Me resultó un lugar muy familiar por el cine y las pelis, que son bastante fieles a lo que debió ser aquello. Viendo que la tónica era la misma de esta señora, decidí salirme del grupo y adelantarme a por dónde iba ella. Así, lo que contara ya lo había visto yo. Y date. Funcionó. Mucha menos gente, mucho más fácil seguir sus explicaciones y mejor. Algo mejoró el asunto. 


Después de esto pasamos por la tienda y me pillé un libro donde te cuentan todo lo del foro, el palatino y el Coliseo. Aaaapañao.


Hacía bastante hambre, así que decidimos ir al Trastevere a comer. Un barrio que está tras el Tiber. Lo que pasa con Roma es que... Es como una tienda de chuches para niños. En cada calle ves algo que te llama la atención y a lo que te quieres acercar. De camino (a 15 min) vimos el circo de Massimo. Una explanada donde en su época se hacían carreras de cuadrigas. Tamaño real. Me impresionó bastante el tamaño. Algo así como un estadio olímpico. 

Seguimos caminando y nos encontramos con un templo y una fuentecita. Roma está llena de fuentes potables que hacen bastante agradable caminar por ella. Fuentes con un agua muy buena. Me recordaba a la del pueblo. Descansamos un rato sentados airando las vistas de más edificios romanos clásicos (rodeados de coches, eso sí). Y nos acercamos a ver la boca de la veritá.

Una figura tallada en piedra con una cara y la boca abierta. Donde, una vez más la estupidez humana sale a la luz. Y digo esto, porque para meter la mano en la boca igual tienes que hacer 30 min de cola. Y meter la mano en la boca, no es más que para Instagram. Porque la vimos perfectamente desde fuera. Igual que una iglesia a la que nadie le hacía ni caso, al lado, gratis y bastante cuca. Con un pasadizo a una especie de capilla oculta para que los cristianos perseguidos pudieran rezar.


Traaaastevere, es un barrio bohemio con plantitas y calles estrechas. Con mucho encanto y dónde, habíamos visto, se come genial. Efectivamente. El mejor sitio donde hemos comido hasta ahora para mí. Una carbonara exquisita. Unos macarrones Cacio e Pepe y otros al pesto. No puedo definir por qué estaba tan buena. Sería como definir un olor. La salsa con sabor y consistencia. Mis trozos de bacon crujían. Mezclaban en la boca todos los sabores del huevo, el parmesano y el bacon. Igual que el resto de platos, pasta fresca y original del corazón de Italia. Ahora sí. Esto sí es pasta. Esta sí es la fama de la pasta italiana. Buenísimo es poco. Muy rico.


Seguimos viendo el trastevere ya atardeciendo mientras subíamos y bajábamos por callejuelas desordenadas y con una dinámica parecida. Llegamos a una fuente enorme donde había una  boda y de nuevo para abajo. 1h de caminata hasta la plaza del Popolo con varias paraditas con sorpresas que nos íbamos encontrando. Por ejemplo el teatro pegado al barrio judío. Con una pinta parecida al coliseo que nos encantó. Después llegamos enseguida a la monumental zona de la plaza de plaza venezia. subimos una enorme rampa para llegar a la plaza del Campidoglio, diseñada por Miguel Ángel. Con una estaría de Marco Aurelio montado a caballo. A mi me estaba recordando a Montjuic pero a lo bestia. Bajamos de nuevo para subir, justo pegado, unas escaleras que estaban pegadas. 300 y pico escalones para descubrir que arriba había una iglesia cerrada. Así que volvimos a bajar las 2000 escaleras y nos presentamos ante el altar a la patria con un Víctor Manuel II de bronce. Creo que no hay palabra para definir el tamaño de esta construcción. Pero esto lo dejo para el día siguiente. Que fuimos a verlo de día. 


Aquí, alguna fotillo y a seguir para la zona del mercado y la columna de Trajano. Ya de noche estábamos cansados y tiramos para la escalinata de la plaza España. Una escalera barroca que no entiendo muy bien por qué es famosa. Creo que es un simple punto de reunión porque lo cierto es que no tiene nada. Un obelisco arriba y una iglesia poco conocida. Al menos para mí.


Y así acabó el segundo día. Con una Lorena dormida en el tren de vuelta. Yo sin parar de hablar, imitando a Elena y leyendoles el libro que compré explicando lo que habíamos visto en el tour. Dándoles la chapa, vaya.

Un segundo día, donde el tiempo nos acompañó otra vez, con un sol y unos 20 grados que nos hizo sudar. Un día que empezó un poco chuchurrío por la guía pero que poco a poco fue remontando y nos encantó. y Escaleras a la nada. Víctor Manuel 2. Mercado columna. Y helado en las escaleras

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